martes, 30 de noviembre de 2010

NIAGARA BAJO CERO

Ahora que se nos echa encima una ola de frío, reconforta saber que podría haber sido peor.
Al menos no está previsto que se nos congelen los ríos.

Si bien los datos no son precisos, parece ser que en 1848 bajaron tanto las temperaturas en el norte de los EEUU que se congelaron por completo las cataratas del Niágara. Algo que al parecer se repitió en otras 2 ocasiones más (1911 y 1936).
En un principio se permitía que la gente pasease por la superficie del río para contemplar las cataratas desde abajo, pero se prohibió definitivamente en 1912 cuando el hielo se resquebrajó tragándose a 3 personas.

No está muy claro que la fotografía siguente sea real, sino fruto de un apañado retoque fotográfico, pero nos da una idea bastante aproximada de aquellos arriesgados paseos.

viernes, 26 de noviembre de 2010

LOS MISERABLES: 18 AÑOS DESPUÉS

Miércoles 24 de Noviembre. Con mis entradas en la mano entro en el patio de butacas. Fila 14 (justo en la mitad), pasillo, buena visibilidad. Se apagan las luces. Comienza la música.

56 millones de espectadores en todo el mundo y representaciones en una veintena de idiomas a lo largo de 40 países avalan el éxito de este gran musical. ¡¡Y yo estuve allí por segunda vez!!

No sé por dónde empezar. Lo que se me hizo más raro fue el cambio de las letras (yo que me sabía de memoria casi todas...) especialmente no escuchar más al preso 24601 (que ha pasado a ser el 23623). ¿El motivo? Unos dicen que por hacerlo más actual y cercano. ¡¡Por Dios!! que estamos hablando de una obra escrita en 1860. ¿Demasiado engolado y "carca" escuchar a Marius decir:"no me preguntéis amigos si fue en vano el sacrificio"? a mí, particularmente, no me "chirría" en absoluto. Otros dicen que por encajar mejor letra y música... pues sigue habiendo frases nuevas que no encajan al milímetro.

En conjunto, sigo prefiriendo las antiguas (le han quitado casi toda la magia a la magnífica "Sola yo", lo mismo que a "Las estrellas", tan rotunda) pero reconozco que algunas (pocas) han salido ganando.
Porque a pesar de sus 150 años, este magnífico "culebrón" sigue igual de vigente y continúa retratando las mismas miserias; poco hemos cambiado.

La puesta en escena y los decorados son fantásticos. Los dibujos originales de Victor Hugo como fondo de escenario se han integrado con acierto (me encanta ese pequeño homenaje) y proporcionan cierto aire decadente y fantasmal que le van como anillo al dedo.
El vestuario y maquillaje son impecables e hicieron creíble la evolución de Jean ValJean hasta convertirlo en un anciano.

La iluminación se merece un 10, sin duda. Un acertado juego de luces y sombras que logran unos tonos que le dan cierto aire pictórico a determinadas escenas (espectacular la escena a contraluz de las barricadas).
Por desgracia han pasado muchos años desde que ví el montaje anterior y no recuerdo los detalles, pero éste se merece los mejores elogios.

Los números corales son espectaculares; las voces se acoplan perfectamente y algunos resultan especialmente vistosos y dinámicos, como el de la fábrica, el café ABC, el del mesón (en la foto superior), la potente Canción del Pueblo (una de mis favoritas, aunque me transmitía más la letra anterior) o la magnífica "Sale el Sol" (antiguamente, "Un día más", otra de mis imprescindibles). Y las barricadas, impresionantes, como siempre, ¡si hasta olía a pólvora!
Y qué decir de la música... ¡maravillosa! igual que el magnífico trabajo de la orquesta.

Hay muchos números a destacar: siempre me sobrecoge el "momento-Gavroche" (lo llamáré así para evitar un spoiler; quienes conozcan la historia sabrán a cuál me refiero); en el 92 se ayudaron de una plataforma giratoria (un recurso que me gustó bastante), ahora el espectador tiene que recurrir a su imaginación, algo que puede resultar menos explícito pero igualmente emotivo. No sabría con cuál de las dos versiones quedarme, francamente.
También sobrecoge la última escena de la barricada (y no, no corresponde a la foto inferior, que es cronológicamente anterior) y la última aparición de Enjolras.

Resalto en especial el número de las cloacas. Fantástico juego de fondos que transmiten sensación de movilidad; muy logrado.
Y por supuesto, una de mis escenas favoritas: el "momento-Javert". O cómo se le desmoronan a uno los principios sobre los que ha construído toda una vida. Colosal. Como la interpretación de Ignasi Vidal, qué grande.

En cuanto al elenco, debo decir que albergaba ciertas dudas.
No me convencía Gerónimo Rauch-ValJean (muy criticado, junto a Guido Balzaretti-Marius, por su procedencia argentina). Personalmente me da igual que no sean españoles, siempre y cuando estén a la altura. Más bien me daba miedo que un actor tan joven no fuera capaz de transmitir la fuerza y el tormento que arrastra el protagonista a lo largo de toda la obra, y especialmente que su voz careciera de los matices necesarios. Me alegro de haber comprobado que no es así.
De hecho, su voz me recuerda muchísimo a la de Pedro Ruy Blas (ValJean en el 92) y me quito el sombrero. Un verdadero torrente de voz, profunda y madura, y una interpretación magistral.
En general coincido con la opinión general de los seguidores, si bien me parecen buenos todos, opino que las voces masculinas están por encima de las femeninas (Margarita Marbán y Gema Castaño pusieron el listón muy alto en el 92). Estupendo Daniel Diges-Enjolras, con su voz potente, o Guido-Marius, que va ganando presencia a medida que avanza la obra. Y mención especial merecen dos personajes imprescindibles y magistralmente interpretados por Enrique del Portal (que ya interpretó a Enjolras en la versión del 92) y Eva Diago: el matrimonio Thenardier, geniales y despreciables a partes iguales.

En resumen, una noche maravillosa que deja un recuerdo fantástico.
Por algo es la obra de mayor permanencia en cartel en la historia del teatro musical.
No lo digo yo, lo dicen 56 millones de aficionados.

martes, 23 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE LA REBOTICA


- "Buenas tardes, quiero unas tetinas con agujero; si no lo tienen, no me las llevo".

domingo, 21 de noviembre de 2010

COMIENZA LA CUENTA ATRÁS

Tres días. Poco más de 77 horas. Ya tengo el cronómetro en marcha descontando los minutos.

Dieciocho años después, podré asistir al nuevo montaje del musical que supuso mi bautismo de fuego. Para muchos, el musical por excelencia.
Cierro los ojos y se agolpan las imágenes que presencié en el Nuevo Apolo aquella primavera de 1992 mientras resuenan en mi cerebro las voces de Eponine, Jean Val Jean, Cosette, Fantine, Marius, Javert, Enjolras, Gavroche y los Thenardier.
Aunque ya no serán las mismas voces ni las mismas letras.

Todo por la voluntad de nuestro pueblo y su nación, juntos por la revolución que nos dará la libertad; si al latir tu corazón oyes el eco del tambor, es la esperanza de los hombres y la razón!!!...

jueves, 18 de noviembre de 2010

DESAYUNANDO CON AUDREY

Éste post es para Inma, que seguramente sonreirá al ver la fotografía. Probablemente jamás imaginó que podría desayunar con Audrey Hepburn.

Aunque Donkey-products ofrece personajes para todos los gustos: para melómanos, para fashion-victims, para literatos:

para cinéfilos y mitómanos:

El paquete de 5 bolsas de té sale por 7.95€ y le sigue un largo etcétera. ¿Te gustaría desayunar con Sarkozy? Pasopalabra.

















martes, 16 de noviembre de 2010

ANNA BRAHMS Y SU UNIVERSO DE MARIONETAS

Son increíbles las cosas que uno se encuentra por la Red. Buscando una ilustración para mi post anterior llegué dando tumbos a la web de Anna Brahms y los ojos se me quedaron como platos.

Anna Abigail Brahms estudió Historia del Arte en la Universidad de Jerusalen para terminar uniéndose a un teatro de marionetas que la mantuvo 2 años viajando, creando títeres y actuando. Tarea que abandonó en 1978, tras el nacimiento de su hija.
Desde entonces se dedica de lleno a la creación de magníficas marionetas y escenas teatrales.
Con su traslado a París su trabajo se da a conocer en Europa y pronto las galerías de arte comienzan a interesarse por su trabajo.

Tras su traslado a EEUU su fama se acrecienta y sus escenas navideñas serán admiradas en los escaparates de Tiffany y Saks Fifth Avenue, así como en importantes museos, entre los que se encuentra el Louvre.

Ha recreado escenas de cuentos infantiles, como "Canción de Navidad", "La Cenicienta" y "La Bella Durmiente".
Sus figuras tienen entre 30 y 89 cm y están fabricadas sobre armadura metálica, revestida con materiales muy variados: algodón, fimo, papel maché, yeso, madera, hilos de seda y pelo de cabra para las cabelleras y cristal para los ojos.


Hadas, brujas, princesas, duendes, ángeles y madonnas pueblan su universo, también invadido por figuras humanas, entre las que destacan las de la serie "Niños de la Guerra", dulces y sobrecogedoras al mismo tiempo.

Figuras delicadas y con un exquisito gusto, como demuestra el montaje de las escenas literarias.
Un placer para la vista, aunque no para el bolsillo.
De momento habrá que conformarse con admirarlas desde el otro lado de la pantalla del ordenador.




lunes, 15 de noviembre de 2010

LA FRASE DE LA SEMANA

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"La vejez no es tan mala si se considera la alternativa".

MAURICE CHEVALIER.


martes, 9 de noviembre de 2010

EDIFICIO CAPITOL - GRAN VÍA, 41

También conocido como edificio Carrión, fue construido entre abril de 1931 y octubre de 1933 por Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced, dos jóvenes arquitectos (recién licenciados unos 4 años atrás) lo que justifica la osadía de su diseño, con reminiscencias art-dèco e inspirado en los rascacielos de NY y el expresionismo alemán, rompiendo con los anteriores diseños de la calle.
No en vano fue considerado durante largo tiempo como el edificio más moderno de la ciudad.

Nació con el propósito de convertirse en un edificio multifuncional con hotel-residencia, apartamentos, oficinas, cafetería, cine e incluso una pequeña fábrica de agua de Seltz.
Recibió varios premios, entre ellos la Medalla de las Bellas Artes en 1934.
Inaugurado en 1933, la planta calle albergaba el café Capitol, sustituído años después por la Cafetería Manila y posteriormente desplazado por una conocida tienda de ropa italiana.

El ingenio popular pronto le asignó el apodo de "La Nevera" por ser el primer edificio de Madrid en tener aire acondicionado. De hecho, la sala de máquinas para la refrigeración ocupaba tanto como el cine de su planta baja y el requerimiento energético del edificio era tan elevado que incluso contaba con su propia subestación eléctrica (que se llevó un quinto del presupuesto final de 12 millones de pesetas, excluído el valor del solar).
Con estilo art-déco y sus 16 plantas (incluídos los 2 sótanos más las 4 de la torre) destacó además por lo innovador de su construcción: vigas de hormigón, telas ignífugas...

El nombre se debe a su propietario, Enrique Carrión (marqués de Nelín) que fue quien encargó su construcción.



En el cine se optó por eliminar las bóvedas y cúpulas en el techo que pudieran alterar el sonido. Tampoco allí se escatimó en recursos: paredes tapizadas en terciopelo y revestimiento de ébano en la parte inferior.

El edificio contaba con 1o ascensores y 16 calderas para calefacción.
Los apartamentos se ofrecieron en régimen de alquiler y se entregaban completamente amueblados (con mobiliario diseñado por el propio Feduchi). Para solventar los problemas de espacio se optó por empotrar la cama en la pared (al igual que el armario), que se abatía hacia el suelo.
Las cocinas grandes se instalaron en las plantas superiores para no molestar a los vecinos con la salida de humos, y se comunicaban con los apartamentos de cada planta gracias a un sistema de cajones-ascensores.

La fachada se proyectó con idea de servir de soporte a los carteles publicitarios, de los que llegó a haber una docena, desaparecidos en su totalidad tras las Ordenanza Reguladora de la Publicidad Exterior.
Con su rehabilitación, acometida ese mismo año, se eliminaron todos los anuncios de la fachada a excepción del famoso cartel de Schweppes (colocado en 1969), que recibió el "indulto", convirtiéndose a sí en un auténtico icono de la capital, que ha sido incluso inmortalizado en el cine ("El Día de la Bestia", Álex de la Iglesia, 1995). Todo un símbolo formado por 312 barras luminosas suspendidas a 37 metros del suelo.

Las habitaciones de los años 50 costaban entre 50-150 pesetas (0,30-0,90 €) mientras que hoy, alojarse tras los neones de Schweppes (curiosamente, una de las habitaciones más demandadas) nos saldría por unos 200-400€.

De la decoración original de su interior tan sólo han sobrevivido los pasamanos de la escalera y la barra del bar, así como los planos que decoran los pasillos y algunos libros de registro antiguos.
Desde 1977 el edificio es Bien de Interés Cultural.


domingo, 7 de noviembre de 2010

A LA CUEVA

Viernes 15 de octubre. Último día.
Después de un fortalecedor desayuno emprendemos camino hacia las Cuevas de El Soplao.
Toda una aventura que casi nos perdemos, ya que fueron incluídas en la ruta a última hora, dos días antes del inicio del viaje y por consejo de un conocido.


Gracias a Dios fuimos previsores y optamos por reservar hora y comprar las entradas en internet (imprescindible en verano, incluso con semanas de antelación). De haberlas comprado en el propio recinto, nos hubiéramos quedado sin ellas.


Antes hubo que tomar una decisión importante: ofrecen dos visitas distintas, la normal y más corta (una hora de visita a través de pasarelas de madera habilitadas incluso para acceder con silla de ruedas) que accede al interior en un tren minero, o la llamada Turismo-aventura, tres veces más cara. Ni zambulléndome en internet durante horas conseguí encontrar ni una sola crónica de ésta última, para hacernos una idea de la dificultad y, más importante aún, si realmente merecía la pena pagar más del doble. Decidimos arriesgar antes que arrepentirnos de quedarnos cortos.


Teniendo 5 horas por delante (reservamos a las 16:00) decidimos hacer un alto a medio camino y desviarnos unos kilómetros hasta Santillana del Mar. En esta época del año da verdadero gusto pasear por sus calles (dos, a más señas) sin apenas tropezarse con las hordas de turistas que lo invaden en época estival. La intensa lluvia del trayecto ha dado paso a un ligero chispeo que termina por desaparecer cuando descendemos del coche. No se puede pedir más.




En ese momento dejan de existir las obligaciones hipotecarias, los marrones laborales y el estrés diario. Me dejo llevar. Siempre me encantó este pueblo.
Tras un agradable paseo cumplimos con la tradición: hay que comprar sobaos y corbatas de Unquera para la familia. Y no nos olvidamos de comprar otro monje (también para regalar) como el que luce en la entrada de mi casa. Nos enteramos que el artesano que los fabricaba falleció el año pasado, de modo que una vez que el stock se acabe, no traerán más.



Del viaje he sacado una conclusión: o hay mucho dinero en el norte o construir casas es baratísimo porque vengo asombrada de las casas maravillosas que hay en Asturias y en Cantabria. Yo sin embargo, tendré que esperar al gordo de la lotería para "plantar" la mía.

Y seguimos ruta hacia la Sierra de Arnero. Llegamos pronto, así tendremos tiempo para comer y reposar. Algo ligero, que no sabemos cómo será la visita y lo útimo que nos conviene es una comida copiosa que nos impida movernos.


El recinto está preparadísimo para las visitas: parking amplio, tienda de recuerdos, numerosos baños, un restaurante-autoservicio, cafetería y cajeros de Caja Cantabria (para retirar las entradas compradas por internet).

Las cuevas constituían una explotación minera desde 1855 y su actividad cesó definitivamente en 1979. De forma accidental se descubrieron las cuevas de interés geológico. Deben su nombre a las corrientes de aire generadas cuando se comunicaba una cueva con una galería minera, debido a los cambios de presión.




Llegado el momento nos acercamos hacia el acceso de la excursión. Nos explican el protocolo a seguir y nos dicen que bastará una manga larga fina.
¡Me *%># en la mar!
En internet decían que la Tª es de 10-12ºC y me acabo de cambiar en el coche poniéndome el jersey de lana de cuello alto (que una no es friolera, sino lo siguiente). Hemos dejado el coche en la otra punta, así que toca aguantarse.

No están seguros de si habrá filtraciones por la lluvia y en esos casos se forma en uno de los puntos de la ruta un mínimo riachuelo que habrá que atravesar así que recomiendan calzado Goretex. Yo dejé los míos en el coche porque en los vestuarios proporcionan botas de goma.
Nos ponemos el mono de fibra para no mancharnos, las botas (muy cómodas, gracias a Dios), la capucha y nos colocamos el casco de espeleología siguiendo las instrucciones de los guías. Las pintas son para foto, pero como no permiten el acceso con cámaras (se necesitan las manos libres y hay zonas que pueden resbalar: las cámaras acabarían hechas pedazos en el suelo y enlentecerían el paso quienes se pararan a hacer fotos) dejé la mía en el coche. De haber sabido que había taquillas en los vestuarios la hubiera traído para hacer una foto al regresar, antes de cambiarnos, como nos indicaron los guías.

Entramos en la cueva caminando (el trenecillo es para las otras visitas). Somos un grupo de 15, todos jóvenes. La primera parte de la visita (una décima parte de la nuestra) es común para ambas rutas. La primera cueva es enorme, con cómodas y amplias pasarela de madera. Las formaciones del techo son impresionantes.
Afortunadamente he encontrado algunas fotos en internet.


Estas cuevas destacan por ser las que mayor extensión de "excéntricas" tienen (última foto). No son formaciones muy frecuentes y menos aún de forma tan aundante, lo que la hace única en el mundo. Las excéntricas son finas y tienen un crecimiento totalmente anárquico, en todas direcciones, creciendo sin seguir ningún orden concreto y a una velocidad increíblemente lenta.
Nos advierten que está prohibido tocar las formaciones y mucho menos cortar alguna para llevarse un recuerdo a casa: el último que lo intentó aún está pagando la multa.


Pronto nos familiarizamos con nombres que hasta hoy desconocíamos: excéntricas, coladas, gours,... gracias a las explicaciones cada vez que hacemos un alto en el camino.

Se termina la parte inicial y nos adentramos por galerías sin iluminación, a partir de aquí se acabaron las pasarelas y nos guiaremos tan solo por las luces de nuestros cascos. Avanzamos en fila, con un guía a la cabeza del grupo y otra en la cola. El ritmo es rápido y comienza a sobrarme tanto jersey de lana (tenían razón) porque el mono apenas transpira. Lo que no sobra en absoluto es el casco: algunas galerías tiene paredes sobreslientes que nos obligan a agachar ligeramente la cabeza, pero al ir pendientes de las irregularidades del suelo constantemente, nadie nos libra de algún que otro coscorrón leve.
En algunos tramos hay repechos complicados que salvar y hay que ayudarse con cuerdas clavadas a la pared, obligando a movilizar toda la musculatura y hacer una demostración de agilidad. Creo que la visita no es apta para personas con problemas de movilidad: no son más que un par de escollos en el camino, pero se pasan "canutas" :)
Para muestra, un botón:

Curioseando por la red encontré una foto que ilustra las pintas que tienen los visitantes con los modelitos de marras. Leí algún comentario en foros de viajes que afirmaba que la visita no debía de ser para tanto pues los monos salen limpios. Ya, de lejos lo parecen. Pero cuando bajas un pequeño terraplén arrastrando el culo es inevitable pringarte de arcilla. Ahí me gustaría verle.

Y sí, merece la pena.
En total hemos recorrido unos 2 km a lo largo de casi 2 horas y media, una minucia si se tiene en cuenta que la longitud conocida es de unos 14 km de galerías. Pero son accesos muy complicados para noveles.
Acabé con dolor de abductores, cuádriceps y no sé cuántos más y durante dos días sentarme en el sofá se convirtió en un suplicio, pero lo cierto es que disfruté de la visita una barbaridad. Repetiría sin duda. Pero sin jersey de lana : )
Fotografía nº 5: jose miguel martinez

viernes, 5 de noviembre de 2010

LA CASONA DE SUESA

Terminada la visita a Cabárceno, se aproxima el final del viaje.
Tomamos rumbo a la casa rural para afrontar con ganas la visita del día siguiente.

La Casona de Suesa (perteneciente también a la cadena Rusticae) se encuentra en la localidad de Suesa, en la zona costera frente a la bahía de Santander, a unos 15-20 minutos en coche de ésta última y a tan sólo 5 min de Somo, localidad costera turística muy poblada en los meses de verano. Claro que en esta época del año parece una moderna población fantasma.

La casona me pareció tan bonita, que no he podido evitar dedicarle un post en exclusiva.
Una de esos caserones con los que llevo años soñando a la espera de un jugoso premio de lotería.


Maderas nobles, piedra y 3000 m cuadrados de jardín que se complementan con una decoración cuidada al detalle. Se nota que a su simpática propietaria, Cristina, le encanta la decoración de interiores, porque no hay un rincón donde no aparezca un grabado, una maceta, ... en definita, un toque especial.







En el cuarto de estar, un detalle que seguro apreciaría Blas: en el mini-bar, una Nespresso diponible para el huésped 24 horas al día.

Tradición que no está reñida con modernidad, porque la casa cuenta con televisión, conexión wi-fi gratuita y bañera de hidromasaje.

Y una estantería repleta de juegos de mesa, DVDs y libros para relajarse al calor de la chimenea.
















Los desayunos cuentan con un surtido buffet acompañado de los imprescindibles "sobaos pasiegos" y las riquísimas mermeladas caseras que elabora la propia madre de Cristina.













Os aseguro que en ese comedor tan acogedor el café sabe distinto :)
Una pena que no preparen comidas ni cenas caseras, pero en la vecina Somo pudimos disfrutar de una estupenda cena en El Galeón con unos pescados que se deshacían en la boca.