Están por toda la ciudad, como testimonio de los desbordamientos del río Arno y para informar hasta qué altura llegaron las aguas; en algunas zonas de la ciudad fue sorprendentemente alta, como se aprecia en esta foto que me hice junto a una de ellas:
Y no una, sino 4 veces, llevándose por delante todo lo que encontraba a su paso: en 1333, en 1577, en 1844 y en 1966.
Cierto que las nubes no avisan, como pude comprobar hace ya más de una década. El mes de abril apenas nos dió tregua y pronto aprendí a no salir de casa sin el paraguas aunque a primera hora de la mañana luciera un sol espléndido. Recuerdo uno de esos días en que el cielo descargó con especial ferocidad y lo lamenté hasta el punto de tener que tirar unos zapatos que quedaron inservibles tras el tremendo aguacero que me sorprendió de vuelta a casa, empapada hasta el tuétano. Nada que ver, sin embargo, con los trágicos sucesos de aquellas fechas.
Las 4 crecidas fueron especialmente dañinas, pero las más recordadas son las 2 últimas, por ser las más cercanas en el tiempo. Cuentan las crónicas que la primera se llevó por delante todos los puentes. Si bien la del 3 de noviembre de 1844 fue dañina, se cobró menos víctimas por tratarse de un domingo al alba. En aquella ocasión las aguas alcanzaron el primer piso de las viviendas.
Las incesantes y fuertes lluvias de los días previos a la tragedia contribuyeron a elevar el caudal del Arno hasta niveles preocupantes, aunque nadie imaginaba el fatal desenlace. Por desgracia los muros de contención no resistieron la presión. Las aguas invadieron la ciudad arrasando negocios, viviendas, cientos de joyas del patrimonio y algunas vidas humanas (17 según las fuentes oficiales y otras 17 en provincia, la mayoría ancianos), afortunadamente, menos de lo esperado gracias a que la crecida comenzó de madrugada y en día festivo. En algunas zonas de la provincia alcanzaron los 5 metros y medio.
Llueve con violencia sobre Florencia; a mediodía las autoridades anuncian que la situación está bajo control pero sugieren a la población que extreme la precaución. En el centro histórico todo está dispuesto para la celebración del día siguiente (aniversario de la victoria en la Primera Guerra Mundial): luce banderolas y estandartes engalanados con el lirio, símbolo de la urbe. La noche trae consigo más precipitaciones y el caudal comienza a despertar la desconfianza. Las noticias de la provincia preocupan, algunos afluentes y torrentes empiezan a dar problemas, ya hay familias en algunos pueblos que han tenido que refugiarse en los tejados y algunos tramos de ferrocarril y de la autopista comienzan a inundarse.
A las dos de la madrugada, un afluente se desborda anegando el parque de la Cascine y el hipódromo; tres horas después, temiendo lo peor (y gracias a un aviso telefónico), los joyeros del Ponte Vecchio acuden a poner a buen recaudo sus mercancías. A las 9 la catedral amanece rodeada de agua y a lo largo del día, las aguas continúan invadiendo otros barrios.
En estas 3 fotografías, tomadas en la misma esquina, se puede comprobar el avance de la crecida y el inicio de la retirada de las aguas:
Todos se volcaron en las labores de limpieza: bomberos, ciudadanos, militares y cientos de voluntarios llegados desde otros países; 120 mil personas empeñadas en devolver a la ciudad su esplendor, concentrados en rescatar del lodo miles de ejemplares de la Biblioteca Nacional,
más de 600 pinturas en tabla y lienzo, esculturas en madera... Se les bautizó como los "angeli del fango":
más de 600 pinturas en tabla y lienzo, esculturas en madera... Se les bautizó como los "angeli del fango":
Una de las pérdidas artísticas más sentidas fue la del cristo de Cimabue, que quedó en un lamentable estado: